5.4. Suborganizaciones de las Naciones Unidas

United Nations Fund of Population Activities (UNFPA).

El Fondo de Población de las Naciones Unidas fue fundado en 1969 con la estrecha colaboración del Banco Mundial2. Su presupuesto, al principio, dependía de los fondos gubernamentales de los Estados Unidos; ahora también depende de Japón y Europa Occidental.
La UNFPA, nominalmente, figura como la suborganización de las Naciones Unidas, pero, en la práctica, es un instrumento del Banco Mundial y de la Agencia Internacional de Desarrollo norteamericana. Fue fundada para encubrir las intromisiones de los Estados Unidos en materia de población en los estados del Tercer Mundo. Hoy en día es uno de los mayores organizadores de la política de despoblación.
La AID de los Estados Unidos proporcionaba un gran porcentaje de su presupuesto: el 25% hasta 1985.

La Organización Mundial de la Salud (OMS).

La Organización Mundial de la Salud (OMS), para empezar, no ha denunciado las políticas eugenistas criminales, como se supone que debería haberlo hecho, ya que se nos presenta como la máxima instancia internacional sobre el tema de la salud.
La OMS tiene un presupuesto que es sólo el equivalente al de un gran hospital; el resto depende de la denominada «financiación externa», es decir, de la industria médico-farmacéutica-química y de otras instituciones político-financieras. Eso explica su participación directa en los programas de control de la población.
En la OMS, el departamento involucrado es la Unidad de Investigación Contraceptiva, con un presupuesto de 37,5 millones de dólares sólo en 1986.
En 1988, la UNFPA junto con el Banco Mundial, empezaron a respaldar económicamente a la Unidad de Investigación Contraceptiva (HRP) dentro de la OMS.
La OMS impulsó el «Special Program for Research Development and Research Training in Human Reproduction» (WHO-HRP) (Programa especial para la investigación del desarrollo e investigación del aprendizaje de la reproducción humana). Este programa de investigación participa de manera determinante en el estudio de nuevos anticonceptivos de larga duración. Es financiado por los gobiernos de los estados industrializados y también por el UNFPA y por el Banco Mundial.
La industria farmacéutica, en el marco de éste y otros proyectos de investigación, se dedica sólo a este tipo de prácticas de encargo, con lo cual se asegura las ventas, se ahorra gastos enormes y evita, al mismo tiempo, ser el centro de las críticas.
En efecto, los gobiernos también se muestran más dispuestos a permitir que una organización de la ONU realice pruebas con las mujeres de su estado que a su realización por parte de unas industrias farmacéuticas que se han ganado a pulso una mala reputación en todo el mundo.
Un primer resultado de esta investigación fue el desarrollo de los implantes hormonales Norplant y Norplant 2.
La OMS ha sido denunciada por su participación en los programas de vacunación con productos abortivos ocultos. En un principio, la OMS negó que las vacunas del tétanos utilizadas en Filipinas, México, Nicaragua e India, tuviesen HCG abortiva oculta, pero frente a las pruebas irrefutables presentadas por las mujeres, con análisis de sangre incluidos, no tuvo más remedio que admitir que la HCG, efectivamente, se encontraba presente en las vacunas, aunque «en dosis pequeñas», pretextando que «debía provenir del proceso productivo», es decir, una tomadura de pelo.
Esta campaña fue realizada por la OMS en colaboración con la Fundación Rockefeller, el Banco Mundial y el «Population Council».
Pero lo que es todavía más grave es que la OMS ha colaborado en el fraude de la epidemia de SIDA en África.
La postura de la OMS, antes de que fuese infiltrada por los CDC, era que no existía en África ninguna pandemia de SIDA, ni tampoco en ningún estado en vías de desarrollo.
La División de Enfermedades Transmisibles de la OMS, que coordinaba todo el trabajo internacional sobre el SIDA y otras enfermedades transmisibles y letales, estaba dirigida a principios de los años 80 por un número de especialistas soviéticos en enfermedades infecciosas, entre los que estaban: Doctor Serguei Litvinov, Doctor T. A. Bektimiro, Dr. Morosov y otros.
En octubre de 1985, el doctor Serguei K. Litvinov, epidemiólogo ruso especialista en enfermedades transmisibles africanas que ostentaba el cargo de secretario adjunto al director general de la OMS en Ginebra, y a cuya dirección estaban las principales divisiones y subdivisiones de la OMS para la vigilancia, control y supuesta prevención de todas las enfermedades trasmisibles (incluido el SIDA), declaró a un semanario: «Todo ha sido un pánico y una exageración proveniente del país originario del SIDA, es decir, Estados Unidos». El doctor Serguei K. Litminov era asimismo un alto oficial del Ministerio Federal Soviético de Salud.
Pero no sólo eran los científicos rusos quienes negaban que hubiese una epidemia en África. El Doctor F. Assad, que dirigía la sección específica de lucha contra el SIDA en la sede central de la OMS en Ginebra, declaró a la prensa en esa misma época: «Mi reacción respecto al miedo al SIDA es que, en esta enfermedad, quien no utilice ciertas prácticas no la va a contraer. Lo más importante es un buen sistema de información, es decir, abstenerse de ciertas prácticas sexuales y de drogas. ¡Eso es todo!. Es de ese tipo de enfermedades que uno mismo va a su encuentro. Es difícil adquirirla. Se tiene que «trabajar duro» para lograrlo. El mundo es libre para especular, pero la gente responsable debería controlarse a sí misma. No deberíamos tener miedo».
El doctor T. A. Bektimirov, que trabajó hasta octubre de 1985 en la OMS como ayudante del doctor Litvinov, dirigió a principios de los años 1970 una investigación sobre leucovirus humanos.
En octubre de 1985 fue despedido de su trabajo en la OMS, coincidiendo con algunas denuncias de la prensa norteamericana sobre su papel en el citado organismo.
La OMS empieza a hablar de pandemia. Este cambio de actitud coincide con la retirada de la OMS del Doctor Bektimirov, llamado a Moscú, y el nombramiento del Dr. Jonathan Mann, científico de los CDC, junto con la celebración del congreso de Bangui, organizado por otro agente de los CDC.
Al año siguiente, la OMS publicó la definición de caso Bangui como diagnóstico del SIDA en el Tercer Mundo.
La OMS ha dado el visto bueno, ha aceptado y promocionado la impresentable definición del SIDA en el Tercer Mundo. La OMS participa en el genocidio que implica el invento de la epidemia de SIDA en África.

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