3.1. China y el hijo único

Con la revolución comunista de 1949 la doctrina oficial sobre el crecimiento de la población pasó a ser la ortodoxia marxista, es decir, negaba que pudiese existir un problema de población allí donde ya no existiera la propiedad privada. Mao declara:
"Se debe considerar positivo que China tenga una población numerosa. Incluso si la población de China debiese multiplicarse varias veces, podría encontrar soluciones a los problemas creados por su incremento; la solución reside en la producción... Revolución más producción pueden resolver el problema de alimentar a la población". Citado por M. Livi Bacci, Historia mínima de la población mundial, Barcelona, Ed. Ariel, 1990. pg 174
En cambio, el presidente de la Universidad de Pekín Dr. Ma Yinchu (Master en Economía por Yale and Ph.D por Columbia) defiende la necesidad de la planificación familiar ya en los primeros años cincuenta. Sus opiniones le valen ataques de algunos consejeros de Mao y es cesado.
Pero el primer censo moderno, realizado en 1953, rebela una población de 583 millones de personas y el Estado se vuelve receptivo a las ideas neomalthusianas que en esos años ya dominan el pensamiento demográfico occidental.
El primer intento de intervención se desarrolla durante apenas un año. A partir de agosto de 1959, el Ministerio de Salud Pública desarrolla una intensa campaña de control de la natalidad rodeada de un gran esfuerzo propagandístico, aunque sin efectos visibles en la fecundidad.
Pero la llamada "Revolución Cultural", con su "Gran Salto Adelante" sume al país en el caos. Entre 1958 y 1961 el fracaso y hundimiento de la producción agrícula se traduce en unos 20 millones de muertos de hambre y la planificación familiar se vuelve un tema secundario.
Tras el desastre se retoman algunas actividades, más centradas en convencer de las virtudes del matrimonio tardío. Durante los primeros años sesenta parece haber resultados, y la fecundidad se reduce en las ciudades casi a la mitad entre 1963 y 1966.
El siguiente intento empieza en 1972, cuando el partido se mobiliza en una campaña nacional dirigida por un grupo del Consejo de Estado. Se crean comités supervisores a todos los niveles administrativos y en varias empresas colectivas. En las áreas urbanas se añaden secciones de control de la población en las comisarías. En las áreas rurales se encomienda a consejeros médicos distribuir información y anticonceptivos a la población. Esta vez el propio Mao presta su imagen al movimiento, dándole un gran impulso popular. Entre los máximos dirigentes del partido, sin embargo, sigue habiendo resistencias.
En esa fase, a mediados de los setenta, además de fijarse objetivos por unidades administrativas, también se marcan límites para las familias. El máximo aconsejable son dos hijos en las ciudades, y tres o cuatro en las zonas rurales.
Es en 1979 cuando finalmente se fija como objetivo el hijo único en todo el país (aunque se permiten números mayores en algunas áreas especiales o en ciertas minorías étnicas, especialmente si son de tamaño muy reducido). El objetivo general es conseguir estabilizar la población hacia el año 2000, alcanzados los 1.200 millones de habitantes. Según las proyecciones, de no tomarse medidas drásticas, la simple inercia demográfica puede conducir a crecimientos mucho mayores, que pondrían en peligro los programas de modernización de la época.
Un objetivo tan drástico no tiene precedentes. Como en las campañas anteriores, combina propaganda, presión social y puede llegar a las sanciones, pero esta vez se añade una vinculación entre el cumplimiento de la ley y ciertos beneficios o penalizaciones económicos que lo convierten en un programa único. Las parejas con un sólo hijo, si se comprometen a no tener más, reciben un certificado que les proporciona beneficios como una baja de maternidad más prolongada, mejores servicios pediátricos, preferencia en la asignación de vivienda e incluso ayudas en metálico. Pero en las áreas rurales la fecundidad es mayor, y el control se vuelve omnipresente mediante brigadas de personal sanitario femenino que presionan para que los solteros retrasen el matrimonio (de hecho en 1980 se prohibe el matrimonio antes de los 22 y los 20 años de hombres y mujeres respectivamente), los recién casados esperen antes de tener su hijo, y los que ya lo tienen se ven sometidos a exámenes y supervisión de sus prácticas anticonceptivas, con fuertes presiones hacia el aborto y la esterilización si se sobrepasa el hijo único (ha trascendido información sobre presiones conducentes incluso al infanticidio).
Mientras Occidente, con EEUU al frente, ve con temor el rápido crecimiento demográfico del Tercer Mundo, no sólo no cuestiona los métodos de China, sino que le presta su asesoramiento y financiación, especialmente a través de la Asociación Internacional para la Planificación Familiar y el Fondo de Naciones Unidas para Actividades de Población (FNUAP). Pero tras alcanzar Ronald Reagan la presidencia, apoyado por sectores conservadores y antiabortistas, la política de EEUU experimenta un giro radical.
En 1985, EEUU retira 10 de los 45 millones de dólares que, a través de USAID (la agencia para la ayuda al desarrollo internacional) aportaba al FNUAP, equivalentes a la ayuda anual de éste al programa de planificación familiar en China, al que califica de "impositivo". En realidad, en esa época la URSS se descompone y la extensión del comunismo deja de ser una amenaza asociada al rápido crecimiento de los países pobres. Además la "revolución neoliberal", con sus ajustes del gasto público, llevan a EEUU a revisar el conjunto de sus aportaciones a instituciones internacionales, especialmente a Naciones Unidas, que se ha vuelto poco "dócil". En 1986 el argumento de que el FNUAP apoya el programa del hijo único en China sirve para retirarle por completo toda la financiación. Aunque la llegada de Clinton supondrá la derogación de la "doctrina Reagan" en materia de población, EEUU nunca ha vuelto a ser el gigantesco impulsor y financiador del control del crecimiento demográfico de los países pobres.
En 1999 China ha experimentado un incremento de más de 670 millones de habitantes respecto a 1953, superando los 1.252 millones (Europa no llega a 580 millones en ese año).

Lunes,19/09/05.Washington- Por cuarto año consecutivo, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se negó a colaborar con el Fondo de las Naciones Unidas para la Población y anunció que destinará a otros proyectos los 34 millones de dólares que el Congreso había aprobado para esa agencia. Como en la época Reagan, la justificación es el supuesto uso dado en China a los fondos.

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